Una de las cosas más difíciles para muchos creyentes es creer verdaderamente lo que se dice en el Salmo 50:7-10, el Salmo 24:1 y muchas otras escrituras que "todo en la tierra le pertenece a Dios". Nos criaron para creer que es nuestra casa, nuestra familia, nuestro trabajo y nuestro dinero. A veces, incluso podemos encontrarlo dentro de nosotros para dar algo de eso a "una buena causa". Pero Dios realmente no necesita nuestro dinero. Los planes de Dios no dependen de si das o no.

 

Diezmar es un acto de ADORACIÓN en el que DEVOLVEMOS a Dios una décima parte de lo que ha confiado en nosotros. Esto es para demostrar que lo que tenemos no es nuestro, y no confiamos en las cosas que podemos ganar o acumular, sino que confiamos en Dios (Salmo 20: 7). Diezmamos sobre la cantidad total (en bruto) que entra porque Dios debe ser el primero (Levítico 27:30). Él ha pedido los primeros frutos, y eso es lo que traemos. También vemos a nuestra iglesia como lo que Dios se refirió como el almacén (Malaquías 3: 7-10). Entonces debes dar todo tu diezmo a una iglesia que llamas hogar. Eso permite que la iglesia sea un recurso central para las necesidades de su comunidad. Las ofrendas son un poco diferentes. Suceden cuando el Espíritu de Dios nos ordena que entreguemos más allá del diezmo hacia algo específico que está avanzando el Reino (2 Corintios 8: 2-5).

 

No es el resultado de un atractivo emocional o de hacerte sentir mal porque tienes algo y alguien más no lo tiene, siempre debe ser una respuesta a algo espiritual que tiene lugar. Todos podemos llegar a conocer la diferencia. Sobre todo, es importante no ver ninguna de estas prácticas como REGLAS. Su objetivo es simplemente demostrar el contenido de su corazón. Cuando quitas toda tu confianza de tus habilidades y tus ganancias, y luego pones esa confianza en Dios donde pertenece, el diezmo y la ofrenda serán el desbordamiento de un corazón agradecido.